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ARTICULO- Nuevos formatos para incentivar la lectura en niñas y niños- Revista Paula- 30 mar 22

Actualizado: 3 jun 2022


Patricia Morales y Collage: Dominga Rozas

30 MAR 2022

En plena pandemia, cuando comenzaron las cuarentenas, la ilustradora Paloma Valdivia y la historiadora Mónica Bombal, creadoras de Ediciones Liebre –editorial chilena independiente enfocada en la primera infancia que fue parte de la delegación chilena que participó de la 59ª Feria del libro infantil de Bolonia, el evento más importante a nivel mundial para la literatura infantil– vivieron en carne propia la necesidad de encontrar espacios de tranquilidad y entretención para sus hijos e hijas. “La menor mía tiene 4 años y le pasaba que veía a sus hermanos conectados al telestudio y a mí y a mi pareja en el computador trabajando, lo que hizo que empezara solita a buscar lugares donde tener su propio mundo. A veces se metía debajo de la mesa y llevaba sus juguetes”, cuenta. Esas experiencias las llevaron a pensar en cómo ser un aporte en este nuevo contexto en el que muchas niñas y niños comenzaron a pasar más tiempo cerca de las pantallas que de la naturaleza. Y de paso, seguir con su propósito de fomentar la lectura en la primera infancia. Así surgió la idea de hacer una colección de libros acordeón que se despliegan llegando a una extensión de 3,36 metros. “La idea es que los niños y niñas se rodeen de paisajes ilustrados y se diviertan creando sus propias historias, porque son libros silentes, sin texto, para que sean los ellos los protagonistas y creen –al igual que la hija de Mónica– su propio mundo dentro del acordeón”, agrega Paloma.


Sabiendo la gran brecha educativa que quedó pos pandemia debido a que muchos niños y niñas no pudieron ir al colegio o conectarse de la misma manera a las clases desde sus casas, y por tanto no recibieron la estimulación necesaria para aprender a leer, pensaron en que sería importante buscar un gancho: hacerlos protagonistas de los relatos y de esta manera acercarlos a la lectura. “Hemos visto que crean sus propias narraciones a partir de los personajes que ven ilustrados. Y es que al final este formato les da la libertad de imaginar y al mismo tiempo el poder de crear, lo que fortalece sus competencias narrativas, que todos los niños tienen”, dice Mónica.


El libro acordeón es solo un formato, pero lo que hay detrás es un proyecto más grande que busca innovar en fórmulas para que la lectura sea parte de la rutina de las familias. Esa es una de las razones por las cuales les gusta hacer libros para niños pequeños; que participan de la creación de un hábito. “Si le pasas un libro a un niño de siete años que nunca ha tenido uno en sus manos, es difícil que lo quiera. Nosotras generamos estos primeros libros de un material resistente para que los usen casi como si fuese un tuto. Me encanta la idea de pensar el libro como un objeto/juguete, que anden con él y lo lleven a distintos lugares como un objeto de apego con el que han crecido. Así, cuando tienen que empezar a leer se sientan familiarizados con los libros. Hoy muchos niños y niñas aprenden primero a usar el teléfono que a dar vuelta las páginas de un libro”, dice Paloma.



Este último punto no es menor si consideramos que antes de la pandemia ya cuatro de cada diez niños pasaban más de tres horas al día conectados a internet, cuando la recomendación es no superar las dos horas. “En la pandemia muchos padres tuvimos que bajar las reglas respecto de cuánto queríamos que los niños estuviesen expuestos a pantallas porque los adultos estábamos superados. Pero los libros también tienen esa capacidad de lograr que un niño se meta en él y esté ahí por mucho tiempo”, dice Mónica. Para que eso ocurra, se deben reunir una serie de condiciones como tener cierta calma, silencio y concentración y por supuesto pensar en un formato atractivo.


Esto no solo con la lectura, los juguetes en general van evolucionando. Mónica da el ejemplo de aquellos niños que pasaron de los Legos a los Imanix, y dice que aquí es lo mismo. Por eso mismo desarrollaron también apps, buscando ser un aporte a la creación de contenidos digitales para primera infancia, pero que desafiaran las lógicas con las que se están creando apps: mucho estímulo y sin una línea literaria juguetona pero no hiperestimulante. La idea de éstas es que acompañen la experiencia de abrir sus libros, con música suave, algunos ejercicios y la posibilidad de que los niños graben sus propias voces. “Hoy la oferta es amplia y es importante seguir ampliándose. Pasar de los libros tradicionales a los acordeones o los audiocuentos. Y es que las niñas y niños hoy están expuestos a diversos estímulos, tienen intereses distintos y debe haber una oferta que atienda a esa búsqueda más sensorial”.

Pero sin dejar de potenciar su creatividad y aprendizaje, aclara. Y para ello necesitan espacios de tranquilidad. “Hoy que hay mucha pantalla, ruido y estímulos visuales y sonoros, un libro es un objeto que puede convocar a esa tranquilidad que es tan necesaria para crecer, desarrollarse y pensar. Con la pandemia nos dimos cuenta de la importancia de cuidar este jardín interior, porque los que no lo tenían lo pasaron muy mal. Por eso es importante dejar que los niños se aburran, que estén solos, y entregarles estos objetos con los que pueden descubrir cosas nuevas y fascinarse”, agrega Paloma.

En el sitio web de Chile Crece Contigo, Claudia Wuth Olave, Educadora de Párvulos y Encargada de la Central Pedagógica explica que la lectura en la primera infancia les permite a niños y niñas desarrollar el lenguaje tanto a nivel comprensivo como expresivo, estimular la imaginación, ampliar el conocimiento y mejorar la comprensión del mundo y de su mundo interno. Paloma cuenta que creció en una casa en la que su mamá leía el día completo y siempre le dijo que “leer nos hace libres porque nos entrega más conocimiento”. Y aunque no hay una receta que funcione para todos los niños y niñas, el probar formatos sí es un buen ejercicio. Mónica cuenta que así lo han comprobado con su experiencia. “Un factor clave es que los libros sean atractivos y respondan a las necesidades de los niños y niñas. Que el libro hable por sí solo, porque de esa manera efectivamente se vuelven una opción al momento de elegir con qué jugar, tan atractiva como una pantalla. Y lo mejor de todo es que, cuando eso pasa, cuando los niños crean o leen una historia, a través de ésta aprenden a ponerse en los pies de otro, a mirar el mundo o una situación desde otro punto de vista, desde otro narrador que le pasan cosas que a uno no le ha pasado; y eso genera más empatía”.




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